Su historia podría ser la de una película o un cuento de hadas. Pero siempre la realidad supera a la ficción. Aquilino Flores Conislla nació en una de las zonas más empobrecidas del Perú, siendo apenas un adolescente llegó a , donde trabajó como vendedor ambulante y hasta lavó carros antes de fundar Topitop, uno de los imperios textiles más importantes de Latinoamérica.

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Don Aquilino nació hace 68 años en Huancavelica, creciendo en un ambiente rural en el que día a día afrontaba dificultades para poder comer o estudiar. “Caminábamos a la escuela unos 4 kilómetros de ida y 4 kilómetros de venida, y el almuerzo para todo el día era maíz tostado con un poco de queso”, aseguró hace algunos años en una entrevista para la revista ‘The Wall Street Journal’, que bautizó a su empresa como el “Zara andino”.

La comida no alcanzaba para él y todos sus hermanos, así que a los 12 años, tras la muerte de su padre, decidió viajar solo a Pisco, donde empezó a trabajar recolectando algodón. Unos años después, siendo todavía un menor de edad, emigró a Lima en busca de un sueño. Quería convertirse en alguien importante.

Cuando llegué a la capital, todo me parecía grande, no como en mi tierra. Comencé a ganarme la vida lavando autos en las afueras del mercado central, y vendiendo mi cajita de golosinas. Me iba muy bien, siempre trataba de hacer bien mi trabajo, para que los dueños, me busquen para limpiar sus carros, y es que en esta vida, hay que saber ganarse todo y a todos”, recordó Flores Conislla.

Pero Aquilino soñaba con más. Por eso empezó a ahorrar todas las monedas que podía y logró comprarse una máquina tejedora pequeña, con la que empezó a confeccionar polos. Un día le comentó eso a uno de los dueños de los autos que lavaba, quien le hizo su primer gran pedido. ”Ese día vendí más de 20 polos, solo en un día, no podía creerlo. Decidí mejorar mi taller clandestino, comencé a hacer polos de varios colores y ponerles figuritas”, señaló.

EL COMIENZO DEL IMPERIO

Tras dedicarse independientemente a la venta de poleras, decidió personalizar con estampados para gusto del público con la ayuda de un tintorero. Aquilino trajo entonces a sus hermanos Manuel, Carlos, Marcos y Armando de Huancavelica para que trabajaran con él y así fundan su primera empresa, llamada Creaciones Flores, con la que empezaron a exportar a diferentes países como Argentina y Bolivia.

En el año 1982 ya teníamos 12 tiendas en lima y 10 años más tarde inauguramos una planta modelo de exportaciones para Bolivia, Argentina, Ecuador, Brasil y los Estados Unidos”, cuenta Aquilino, que por entonces todavía no sabía leer de corrido ni escribir, pero que unos años después realizaría una maestría en la Universidad de Piura, por ejemplo, donde compartió aulas con el entonces gerente de Saga Falabella.

Éramos informales, pero con nuestro trabajo comenzamos a tener la aceptación del público, que vio en nuestros productos el reflejo de una filosofía aplicada que perdura hasta hoy y que marcó la pauta de nuestro crecimiento: precio, moda y calidad”, agregó.

Aquilino junto con sus hermanos a principios de los años 80.
Aquilino junto con sus hermanos a principios de los años 80.

NACE TOPITOP

En 1983 decide ir un paso más, deja de trabajar a través de comerciantes, muchos de los cuales eran sus clientes de muchos años, y crea la empresa ‘Topy Top’ y en 1986 se inaugura su primera tienda en Lima; posteriormente, inauguró tiendas similares en Trujillo, Arequipa y Piura. Además, a mediados de la década del 90 construye su primera planta modelo para producir de 40 a 50 mil prendas diarias para la exportación de sus productos.

“Topy Top significa “topito tope”, que lo traduzco como “cimita y cima”. Yo tuve mi cimita, cuando trabajé solo, ahora llegaremos como empresa peruana a la cima, y pienso que llegando a la cima no hay nada más arriba. Ahí se acabó todo”, señaló acerca del nombre, el cual cambió definitivamente a ‘Topitop’ en 2007.

Actualmente, con 63 tiendas a nivel nacional, cubriendo Lima y otras 14 regiones como Cusco, Loreto, Piura o Arequipa. Con un mercado en recuperación y, todavía bajo la coyuntura de la pandemia, el sector retail sigue en crecimiento pero acá Topitop concentra el mercado de confección con el 17%.

Ahora tenemos ingresos de 200 millones de dólares anuales, con ventas de 160 000 prendas diarias y dando trabajo directo a más de 15 000 personas en nuestro país”, comentó Aquilino.

DE LA CALLE A LA PANTALLA

Hace algunos años, el muchacho que lavaba carros y vendía golosinas en la calle se encontró a sí mismo en el lujoso hotel Ritz de Miami Beach, frente al mar y rodeado de gerentes comerciales, banqueros, cónsules, agentes inmobiliarios y artistas, tras un evento de grandes empresas textiles. “Aunque me hubiese gustado estar entre los grandes cuando estaba en el auge de mi juventud, y no ahora a mis años con esta cabellera plateada”, resaltó Flores.

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Debido a su impresionante éxito, ha sido tentado para llevar su historia a las pantallas. “Sería lindo hacer una miniserie, así como Sonia Morales, o quizá como “Néctar”, pero pienso que todavía no he llegado realmente a donde quiero estar, y que tampoco me he muerto. Quizá si muriera lo harían en contra de mi voluntad, porque no podré oponerme”, señaló Aquilino, el hombre que un día no tuvo nada para comer y hoy es uno de los grandes mangantes textiles de Latinoamérica.

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