POR: MIGUEL RAMÍREZ / Periodista de investigación
Hace mucho tiempo este columnista no veía un verdadero reportaje de investigación en profundidad, como el difundido el domingo por el programa ‘Cuarto poder’. Puso al descubierto que el presidente Pedro Castillo sostuvo reuniones clandestinas nocturnas en la casa del distrito de Breña, en donde se hospedaba en los primeros días de su gobierno.
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Es un trabajo de más de quince días, descansando poco y hasta sin dormir, hecho a pulso, sin fuentes, de reporteros que tenían que estar atentos de quiénes entraban y salían de la vivienda, que funcionaba como un despacho presidencial paralelo al Palacio de Gobierno.
Las cámaras lograron captar al mismísimo Castillo llegando a altas horas de la noche –sin su clásico sombrero, pero usando una gorra- a reunirse con personas vinculadas a empresas privadas. Entre ellas la asesora de una compañía que –tras esa reunión y otras que sostuvo con Castillo en Palacio- ganó una licitación de ¡232 millones de soles! Asimismo el ministro de Defensa, Juan Carrasco, quien ha sido fiscal y sabe muy bien que ese tipo de reuniones están prohibidas, o debían ser reportadas públicamente por el mismo Gobierno, lo que no se hizo. Castillo también conoce de esa prohibición, pues le fue advertida por la Contraloría en las primeras semanas de su gobierno.
EL LOBBISTA BEN-MENASHE
A esas citas clandestinas se suma otra descubierta en el Palacio de Gobierno. Es la reunión que sostuvo con el lobbista internacional Ari Ben-Menashe, el 29 de octubre pasado.
“Él estuvo en el Palacio, confirmado, pero fue invitado por el presidente… el señor Pedro Castillo”, dijo el israelí Ari Ben-Menashe, a través de una traductora, a la periodista Karem Barboza, del diario El Comercio, cuando le preguntó sobre su visita palaciega.
La reportera le insistió si la reunión había sido con Castillo o con Bruno Pacheco, el entonces secretario del mandatario, puesto que en el registro de ingresos figuraba que había visitado a Pacheco.
“No fue el señor Pacheco al que fue a ver (…) fuimos a su oficina, es correcto, pero no fue a verlo a él, ni siquiera cruzó palabras con él”, respondió Ben-Menashe, a través de su intérprete, y remarcó que la visita fue al mandatario.
Ari Ben-Menashe tiene detrás de sí una historia siniestra que parece extraída de un guion cinematográfico.
Tiene 68 años de edad. Es un lobbista internacional de alto vuelo que opera especialmente en países de África y el sureste asiático. Su fuerte son los temas de seguridad. Estuvo preso en Estados Unidos por intentar vender aviones a Irán.
Según el periodista Guillemo D. Olmo, de la BBC News, la vida de Ari es tan sinuosa que, en una oportunidad, un reportero israelí le escribió a un empresario que lo había contratado: “Ben-Menashe es un estafador. Manténgase alejado de él”.
Ben-Menashe fue un misterioso exagente de los servicios secretos israelíes que participó en operaciones clandestinas de tráfico de armas, intrigas políticas y fue asesor en la sombra del dictador Robert Mugabe, presidente de Zimbabue, autor de múltiples asesinatos.
Precisamente, cuando trabajaba para Mugabe, protagonizó una celada contra Morgan Tsvangirai, un político opositor que estaba a punto de derrotar a Mugabe en las elecciones presidenciales. El espía se reunió con Tsvangirai y hablaron de la posibilidad de ‘matar’ a Mugabe. Días después, se difundió el audio de la conversación y Tsvangirai terminó arrestado. Ben-Menashe había grabado la charla. Él mismo la filtró a la prensa.
“Me siento orgulloso de haber trabajado para Mugabe”, dijo tiempo después en una entrevista.
¿Qué hacía el presidente Pedro Castillo reunido con este siniestro lobbista y exagente de inteligencia israelí? ¿A qué acuerdos llegaron? ¿Fue Bruno Pacheco quien gestionó la reunión y a cambio recibió los 20 mil dólares que le encontraron en el baño de su oficina?, son apenas algunas de las preguntas que se deberían absolver.
La reunión entre Pedro Castillo y Ben-Menashe duró dos horas. Llegó acompañado de dos mujeres, tan misteriosas como él: Dimitra Papageorgakopoulos y Lissette Herrera Karen. Los tres se identificaron con pasaportes extranjeros.
Alguien dijo alguna vez que el mejor lugar para hacer negocios y recibir sobornos es el Palacio de Gobierno. Un presidente ya fallecido recibía dinero escondido en loncheras. Aunque lo mismo podría estar ocurriendo en la casa de Breña. Nos vemos el otro martes.
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