
En su libro ‘La herencia’, el escritor estadounidense John Grisham, el maestro de las novelas judiciales, narra la historia de un multimillonario llamado Seth Hubbard. Su cuerpo aparece colgado en un árbol con una nota, en donde dice que decide acabar con su vida por los sufrimientos que le ocasionaba el cáncer de pulmón que tenía.
Un día antes de quitarse la vida, el hombre le envía a su abogado un sobre con su nuevo testamento en el que revoca el anterior y decide desheredar a sus dos exesposas y a sus hijos. Casi toda su herencia se la deja a una mujer humilde que lo cuidó desde que enfermó.
También le pide que su nuevo documento debía ser publicado después de su muerte, para que sus hijos, que casi nunca lo visitaron, actuaran estar dolidos y hasta simular llorar, sin saber que no les había dejado ni para el pan.
He recordado esta obra que leí hace varios años, debido a la demanda que la excongresista fujimorista Alejandra Aramayo planteó contra su propia madre porque no la incluyó en la repartición de un inmueble en Puno. La política fue a buscarla y la recriminó por su decisión, pese a que ya había recibido en herencia dos automóviles, dinero en efectivo y una casa en Arequipa que vendió en 368 mil dólares.
Su desaforada avaricia la contó su propia hermana Adriana al programa ‘Cuarto poder’: “En ese momento, ella va a Puno y la busca a mi mamá, le hace llorar, le dice que es una mala madre, que a ella no le ha dado nada, que es su hija (…) Hablar con Alejandra es difícil, es exponer a mi mamá que la grite, que llore”.
Pocas veces se ha publicado una situación tan dolorosa que involucra a una conocida política, de allí la importancia de publicar lo acontecido. Vilma Gaona, la mamá de Aramayo, le escribió una carta con un sentido mensaje: “Como tu madre, debo decir que has causado un inmenso dolor en mi corazón (…) Eres mi hija y te amo al igual que tus hermanos. Nunca esperé eso de ti y lamento hacerte recordar estas cosas en una carta”.
El año pasado, un juez de Puno declaró improcedente la demanda de Aramayo con un sólido argumento: la madre tiene derecho a disponer de sus bienes mientras esté viva. ¿Qué creen que hizo la exfujimorista? Apeló el fallo y presentó otras acciones legales.
Personas que la conocen atribuyen su comportamiento a su “temperamento cambiante y a su arrogancia”. Parece que de poco le sirvió una maestría que llevó hace unos años, en donde los alumnos fueron preparados bajo el lema “mejores personas siempre”.
Cuando fue congresista, Aramayo perteneció a la cúpula más recalcitrante del fujimorismo. Hoy está en el partido Alianza Para el Progreso, que la puso como jefa de la Oficina de Comunicaciones del Congreso. Su paso por allí fue intrascendente.
Una pena lo que pasa en la familia Aramayo-Gaona. Un refrán popular cae a pelo en esta infausta pelea: “Nunca pelees por una herencia, es sudor ajeno. Trabaja duro y construye tu propio imperio”. Nos vemos el otro martes.
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