
“No se trata de revelar secretos de Estado, que no lo voy a hacer, ya que tengo la obligación constitucional de mantener en reserva algunos asuntos de Estado. Pero yo no voy a mentir. No soy un mentiroso. Si (la presidenta Dina Boluarte) se molesta conmigo porque digo la verdad, que se siga molestando. No le tengo miedo ni a ella ni a la DINI (…) Que sepan que los actos generan consecuencias”.
Así, de esa manera virulenta, reapareció la semana pasada el expremier Alberto Otárola, encendiendo otra vez la hoguera de su encarnizado enfrentamiento que tiene con la mandataria, su otrora amiga, clienta y jefa, en ese orden.
Se trata, sin duda, de una amenaza velada. Cuando fue ministro de Defensa y luego premier, Otárola tuvo un rol fundamental para hacerle frente a la asonada violentista en el país, luego del golpe de Pedro Castillo. Ese mérito, que este columnista ha resaltado en varias oportunidades, nadie se lo va a quitar ni desmerecer.
Sin embargo, creerse ser el adalid de la verdad, la sabiduría y la lealtad, no le sienta muy bien. “Yo la saqué de una acusación constitucional que la tenía perdida. Fui un leal ministro de Defensa y presidente del Consejo de Ministros”, dijo, cual salvador. Y seguidamente sentenció: “(Yo) Le hice todos los discursos que usted leyó ante el Congreso, incluido el que asumió el cargo de presidenta”. ¿Dónde quedó la lealtad para revelar esa situación tan personal? Por lo demás, lo afirmado por Otárola no es tan cierto, pues en ese texto participaron varias plumas.
“No soy mentiroso”, “yo hablo con la verdad”, afirmó reiteradamente en la entrevista que le hizo el portal Infobae. Si es cierto, entonces debería empezar por aclarar cuál es su vinculación con Karelim López, la empresaria que llegaba clandestinamente a visitar al entonces presidente Pedro Castillo a su casa de Sarratea y que después terminó incriminándolo.
López era testigo estrella de la cuestionada y suspendida fiscal Marita Barreto, así como del coronel Harvey Colchado, el policía político recientemente pasado al retiro.
La relación entre Otárola y Karelim López ha sido declarada por su propia expareja Yaziré Pinedo en varias entrevistas, la última de ellas el viernes en el programa de la periodista Milagros Leiva, en Willax TV. Yaziré afirma que Otárola era conocido como ‘Chapulín’.
Curiosamente, desde una cuenta con ese apelativo se filtraron a los medios las fotos de la presidenta Dina Boluarte, luego de la cirugía que se realizó y que estaban en su celular personal. Dicho aparato era manejado exclusivamente por su exasistenta Patricia Muriano, amiga de Otárola. ¿Pura coincidencia?
No hay que olvidarnos que Otárola, cuando decía que él gobernaba el país, tenía un grupo de amigas que conseguían trabajos con suculentos sueldos luego de visitarlo en su despacho. También asumía poses de tirano con la prensa. Una vez, cuando le preguntaron sobre casos de corrupción, pontificó: “¡No existe corrupción, porque yo digo que no existe corrupción!”. ¿Recuerdan?
Ahora amenaza con contarlo todo. Él sería también el principal implicado por haber guardado silencio y no denunciado a su jefa por corrupta, si es que lo ha sido. Nos vemos el otro martes.
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