Si el Perú fuera una persona, ahora mismo estaría en la edad díscola de la adolescencia, asegura Gustavo Rodríguez, escritor, publicista y editor de ‘’. Frente a ese panorama, observa y analiza nuestra sociedad en pandemia y a puertas de las . ¿Cuánto nos falta para ser un país adulto? Buscamos responder esta pregunta junto con él.

EL PERÚ ADOLESCENTE

Gustavo, quería empezar la entrevista recordando una frase que dijiste hace un par de años, que el Perú era un país ‘adolescente’. ¿Sigues pensando lo mismo?

Sí, con mayor fuerza. No es una idea original mía, obviamente. Ya Luis Alberto Sánchez, me parece, la había esbozado mucho antes que yo. Pero sí, seguimos buscando nuestra identidad. Seguimos buscando qué tipo de país somos o qué camino seguir.

Históricamente nos independizamos hace 200 años, pero una cosa es independizarse en papeles, legalmente. Otra es independizarse mentalmente, como le pasa a cualquier persona adolescente o joven que deja su hogar. Encontrar el camino puede ser complicado.

Entrevista a Gustavo Rodríguez
Gustavo Rodriguez: el Perú es un país que sigue buscando su identidad y qué camino seguir


En todo caso, nuestro país, ¿qué tipo de ‘adolescente’ es?

Es una buena pregunta. Mira, últimamente creo que fue un adolescente que de pronto se vio ganando más plata de la que pensaba que podía ganar y se tiró un poquito al abandono, al despilfarro en cosas materiales, en tomar ilusiones equivocadas en lugar de labrar un propio camino que institucionalice al país.

¿Y qué tiene que suceder o cuánto tiene que pasar para que el Perú sea un país ‘adulto’, responsable?

Mira, el drama humano es que nuestras vidas duran muy poco si lo comparas con los fenómenos históricos. Entonces, no basta una vida, la vida tuya o la vida de tus papás para terminar de explicar un proceso que nos excede como nación. Entonces, desde ese punto de vista yo tiendo a ser más optimista. Yo sí tiendo a pensar que en ciertos aspectos parece que no hemos avanzado en nada, pero en otros sí.

Mira, lo único rescatable que quizá le pueda sacar a la actual es que nos obligó a frenar en seco como sociedad, como ‘adolescente’ que pensaba que le iba de la patada.

El hecho de que se caiga una ilusión y que estés en confusión para mí es una buena señal.

 El Perú es un país adolescente, afirma Gustavo Rodríguez. (Foto: GEC | Leandro Britto )
El Perú es un país adolescente, afirma Gustavo Rodríguez. (Foto: GEC | Leandro Britto )

Entonces, ¿nos va a hacer bien la pandemia?

Toda crisis creo que hace bien. O sea, es un poco irresponsable que lo diga yo porque no se me ha muerto alguien cercano. Es hasta egoísta que lo diga de esta manera, pero como sociedad creo que era inviable seguir creyendo en preceptos que no eran los adecuados.

Además, no olvidemos que toda transformación humana jamás es lineal. Incluso, los grandes logros científicos, sociales y humanos han sido erráticos, nunca ha sido en línea recta. Hubo retrocesos, estancamiento, discusiones, y vuelves a conectar, vuelves a avanzar. Lo que importa es la tendencia a largo plazo.

Entonces, visto así, prefiero pensar que estamos en momento de parar la pelota, discutir, perder los papeles para volver a pensar en un nuevo pacto social.

Siguiendo la metáfora, tal vez esta pandemia ayude a que nuestro país llegue a la adultez…

Sí, claro. Crecer es doloroso. Esto es doloroso.

Familiares de pacientes con COVID-19 se amanecieron haciendo colas en la puerta del local del empresario Luis Barsallo en el Callao, conocido como el Ángel del Oxígeno, para recargar sus balones de oxígeno medicinal.
Familiares de pacientes con COVID-19 se amanecieron haciendo colas en la puerta del local del empresario Luis Barsallo en el Callao, conocido como el Ángel del Oxígeno, para recargar sus balones de oxígeno medicinal.

JÓVENES COMBATIVOS

Hace un momento dijiste que estás tratando de ser optimista en medio de toda esta situación. Y ciertamente, es difícil encontrar a una persona optimista…

Trato, me esfuerzo por serlo. Prefiero pensar así. También tiene que ver que estoy rodeado de jóvenes. Mis tres hijas, para empezar, que ven el mundo muy distinto a como la veo yo. Claro, trato de no exagerar porque todos vivimos dentro de nuestras burbujas y nos sentimos tentados de extrapolar nuestra burbuja al resto y que el resto piense como nuestro entorno.

La segunda marcha nacional en contra de la vacancia de Martín Vizcarra y el ascenso de Manuel Merino comenzó en diferentes partes de la ciudad. (foto: Joel Alonzo/gec)
La segunda marcha nacional en contra de la vacancia de Martín Vizcarra y el ascenso de Manuel Merino comenzó en diferentes partes de la ciudad. (foto: Joel Alonzo/gec)

Pero cuando veo jóvenes que discuten ideológicamente, que piensan más en el bien común, que usan la tecnología para informarse, para alertar a los demás, cuando veo eso… veo algo que no vi en mi entorno, en mi generación. Mi generación vivió tratando de sobrevivir. Tenemos una generación que ahora es combativa. Bueno, toda generación ha tenido un núcleo de jóvenes combativos. Pero esta generación sí cuenta con herramientas de más rápida dispersión e integración. Las redes sociales, la internet son armas que no tenían las generaciones combativas de antes. a mí me dieron cierto atisbo de esperanza.

Hace una semana conversando con el periodista Aldo Mariátegui, él pensaba todo lo contrario, que los jóvenes de ahora son más manipulables, más ignorantes…

No sé a quiénes ha leído Aldo, no lo sé. No estoy en su cabeza. Gente sesgada, desinformada, siempre ha habido. El año de la pandemia decidí formar junto con otras personas un colectivo que se llama ‘Jugo de caigua’, y a raíz de ese colectivo, buscando voces nuevas, me he sorprendido encontrando gente que no conocía.

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Claro, si solamente me pusiera ver redes sociales o Twitter, específicamente, encontraré las peores manifestaciones humanas. Y si Aldo Mariátegui se base en eso, pues tendría que darle la razón. Pero si dejas de lado ese coliseo de gallos que es Twitter, que no es representativo de la realidad, puedes encontrar cosas valiosas.

Hay personas que dicen que, tras la pandemia, nada volverá a ser lo mismo, ¿crees eso?

Sí y no. Está demostrado que el ser humano olvida. Hace 100 años hubo una pandemia más difícil que esta y acá no llegaron noticias o no nos quedan noticias de esas épocas, las olvidamos. Pero nuestra gente sufrió, murió y usó mascarillas y vivió en tensión. Claro, históricamente ha pesado más el recuerdo de la Primera Guerra Mundial que se dio al mismo tiempo que esa pandemia. Entonces se eclipsó la memoria. Si la memoria individual es engañosa, imagínate cómo será la memoria colectiva. Fíjate, años después los latinoeuropeos se daban ya dos besos en la mejilla para saludarse y volvieron los bailes, etcétera. Socialmente, desde el punto de vista de nuestras costumbres, no vamos a cambiar mucho, creo yo.

De repente me estoy dando una autoridad que no merezco. No soy antropólogo ni sociólogo. Soy simplemente un traductor de mentes brillantes o soy un narrador, por último. Pero no creo que socialmente vayamos a cambiar demasiado.

A un año de la pandemia, ¿Qué es lo que más extrañas, Gustavo?

Uy, ¡abrazar! Abrazar a mis amigos. Darles besos borracho. Bailar en grupo. El ser un humano es un ser social, somos productos de clanes, y como clanes nos aventuramos a descubrir nuevos paisajes, a cruzar estrechos como el de Behring y poblar otros continentes. Como grupos hemos hecho nuestros grandes avances. Me siento en stand by, lo que más extraño es eso: los amigos, el clan.

ESCRIBIR ES MASOQUISMO

Hace algunas semanas Luis Jochamowitz me dijo que para él escribir es un acto placentero, y en estos tiempos no lo encuentra. ¿Te pasa lo mismo?

A medias. Para mí, a diferencia de Lucho, escribir no es tan placentero. Es masoquista, porque encuentro placer en el dolor. Ni siquiera dolor, encuentro placer en el miedo. Es como, yo no soy tablista y jamás me atrevería a nadar en un mar con olas muy grandes, no soy un buen nadador, pero me imagino que cuando el tablista ve una ola inmensa dice: ‘uy, qué miedo, pero qué rica ola’. Esa sensación, que me imagino tienen los tablistas ante una muralla que se acerca es lo mismo que me pasa con la escritura.

Mira: Luis Jochamowitz: “Vizcarra y Keiko son ‘sombras nada más’, como dice el bolero”

Pero en esta pandemia no he podido escribir ficción, no he podido sentarme a escribir una novela o un cuento. No me ha dado. Es como si el mundo real fuera tan de ciencia ficción, ¿no? Tan más allá de la realidad a la que estábamos acostumbrados, que prefiero procesar todo lo que pasa afuera para después escribir.

Para reflexionar sí me da, pero para inventar y crear no me está dando…

¿Qué señal te da que dos de los hombres más ricos de este país no sepan exponer sus ideas en un debate? ¿Qué significa?

Quizá me meta en problemas al decirlo. Hay gente que me va a decir resentido. Pero creo que es una muestra de cómo nuestra sociedad poscolonial o nuestras élites tienden a protegerse y a creerse el mito de que su posición en la escala social se debe a que son brillantes o trabajadores. Y no es así.

Hay un estudio de la OCED que dice que para que una familia pobre deje de serlo y escale a la clase media, en América Latina, puede pasar entre 6 y 11 generaciones. En cambio, una familia rica puede seguir siendo rica en piloto automático. Es decir, un hombre rico de hoy es muy posible que tenga hijos y nietos ricos, sin perder sus privilegios. Esto te habla de una élite que ve las maneras de, mediante códigos, conexiones, contactos, modales, reafirmarse en la cima de la pirámide y no dejar que por méritos reales y por oportunidades otras clases sociales asciendan.

Mira: Julio Guzmán a Rafael López Aliaga por leer durante el debate presidencial: “¡No frieguen!”

No quiero que se me diga que yo soy un idiota o un iluso que sueña con un mundo donde no haya pobres y no haya ricos. Eso es imposible que ocurra. Digamos, ha habido experimentos históricos que han sido desastrosos, catastróficos, comunistas, digamos la Unión Soviética es el mejor ejemplo de un experimento fallido. Es decir, la desigualdad siempre va a ocurrir, lo escandaloso es la distancia entre el más pobre y el más rico. Esa distancia que cada vez es mayor.

En un post escribiste: “Que el encumbramiento social no depende tanto de los conocimientos, sino de los conocidos…”

Sí, un poco en broma un poco en serio. Hay una fase que por ahí escuche: ‘El Perú no es el país del know how [cómo hacerlo], es el país del know who [a quién conoces]’. Depende de a quién conoces puedes llegar a tener una mayor influencia. Y bueno, después ves en un debate cómo gente muy rica y privilegiada termina dando pena cuando tiene que mostrar sus habilidades.

ELECCIONES PRESIDENCIALES

¿Te dio pena López Aliaga en el debate?

Sí, la verdad da mucha pena. Pero da mucha pena que personas así tengan protagonismo. Más allá de la ideología, mira, está claro que yo no soy conservador, pero puedo entender que existan personas conservadoras. El problema, creo yo, es la forma de imponer el conservadurismo y cómo la forma termina contagiando violencia. Eso es lo que más me preocupa.

¿El último debate le restará puntos, le afectará?

Sí, le afectará el crecimiento. Quienes pueden empezar a dudar de es la gente que lo veía como una opción y no estaba tan seguro. No me sorprendería que después del debate, que demostró que expone peor que un alumno mediocre de quinto de secundaría… No me extrañaría que las personas que lo ven como un salvador, salgan a decir que bueno, sí, no habla tan bien, pero cuántos buenos oradores hemos tenido y mira a dónde nos han traído.

¿Cómo ves a Yonhy Lescano?

Me cuesta no hablar de los candidatos sin poner parte de mis prejuicios. Como ciudadano lo veo como un peligro. Es decir, , que tiene las mañas de la vieja política, que todo este tiempo ha vivido de hablar y hablar y decirle a la gente lo que quiere escuchar. Además, es cabeza de un partido que es una mazamorra de caudillos. Ahora, en el debate, ni descolló ni decepcionó, fue él. Sigue siendo una alternativa interesante para quien no quiera hacer un análisis más profundo.

El candidato Yonhy Lescano consideró que se debe reforzar la seguridad en las cárceles. (Foto: Hugo Pérez / @photo.gec )
El candidato Yonhy Lescano consideró que se debe reforzar la seguridad en las cárceles. (Foto: Hugo Pérez / @photo.gec )

¿Y Verónika?

Se ve más cuajada, se ve más moderada. Es una opción muy interesante. Una cosa que podría criticarle es .

Creo que en nuestras conversaciones familiares decimos que este país hay que volverlo a fundar. Pero cuando escuchamos que alguien lo dice y es de izquierda vienen nuestros peores temores.

¿Forsyth?

Todavía tiene oportunidades. Volviendo a lo que decíamos al inicio, somos una sociedad que está pataleando en el agua y está tratando de encontrar su camino, dentro de la confusión y la desesperación puedes confundir nociones, conceptos y pretender que un producto empaquetado como Forsyth pueda ser igual a un cambio responsable o simplemente un cambio, por último. , tiene opciones en la medida que toda elección es un festival de ilusiones, de esperanza.

Gustavo, ¿se puede creer en encuestas por redes sociales? ¿Refleja la realidad?

No. Nunca le creas a una votación en Twitter o en un canal de televisión. Nunca le creas a eso porque no tiene rigor estadístico. Créeles a las encuestas más profesionales, a las que consistentemente a lo largo de los últimos 30 años han sido, no infalibles, pero sí coherentes y consistentes.

Por último, ¿qué le dirías a un jovencito que votará por primera vez?

Que respire hondo y que le haga caso a la gente que ya ha estudiado las actuales propuestas. Mira, voy a dar un cherry. Hace unos días, Hugo Ñopo, un excelente educador y economista, escribió en ‘Jugo de caigua’ un ‘’. Este artículo es un compendio de compendios. Un compendio de enlaces que te dicen qué partido tiene estas propuestas y cuáles son viables, para que se den una idea y no se dejen llevar por cantos de sirenas. No se dejen llevar por los gestos, analicemos las propuestas.

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