
El 22 de octubre del año pasado, un reciclador encontró los restos desmembrados y calcinados de una mujer en un contenedor de basura en la zona de Huachipa, en el distrito de Lurigancho-Chosica. Peritos de antropología forense de la Morgue de Lima lograron reconocer a la víctima gracias a un detalle decisivo: un tatuaje de Lisa Simpson en su antebrazo derecho. Se trataba de Blanca Reyna Lara, una joven de 20 años originaria de Virú, La Libertad. ¿Cómo llegó ahí y quién la asesinó?
Blanca, quien era activa en redes sociales y solía compartir momentos de su vida, fue reconocida gracias a videos donde mostraba el tatuaje.
Según las investigaciones, el 19 de octubre viajó de La Libertad a Lima con la intención de trabajar y quedarse en casa de un familiar, pero nunca llegó a su destino. Días después del hallazgo de sus restos, un familiar recibió una llamada sospechosa de una mujer que intentó hacerse pasar por Blanca, lo que generó más incertidumbre.

“Me entra una llamada de un número desconocido y se hace pasar por mi sobrina”, contó la señora Eusebia, tía de la víctima. En paralelo, su mejor amigo, Christian Benítez Sánchez, le dijo a la madre de Blanca que ella estaba secuestrada por el Tren de Aragua.
“Seño, me llamaron unos venezolanos que son del Tren de Aragua para que devuelva todo lo que Blanca robó”, se le habría escuchado decir al joven.
En ese momento, la desesperación se apoderó de la familia. Sin embargo, la llamada resultó ser una estrategia para desviar la atención.
Horas después, llegaron fotos aterradoras de Blanca con un arma apuntándole a la cabeza y balas en sus manos. El último mensaje que envió por WhatsApp fue desgarrador: “Me van a matar.”

EL SOSPECHOSO
La División de Homicidios de la Dirincri encontró publicaciones hechas por un sujeto que le escribía con palabras afectuosas. La llamaba: amor, hija mía, hermanita.
Se trata de Pablo Valencia Román de 43 años, con quien Blanca habría mantenido una relación sentimental y que aparece en varios videos y grabaciones en el celular de ella.
Unos videos los muestran juntos, viajando en un bus mientras la joven mira el paisaje o haciendo canotaje. En otros momentos, Reyna fue grabada sin que lo sepa o evitaba ser captada.
Otro indicio que llamó la atención de la policía es que Valencia vivió, en el 2018, en la zona en la que aparecieron las extremidades superiores de Blanca.

El noticiero de América se comunicó con una vecina de Huachipa, que lo recordó así: “sé que trabajaba en una fábrica y se hacía pasar por argentino. Como vivía ahí, lo conocíamos de vista. Él vivía en la calle Los Brillantes”.
La ubicación del lugar donde vivió Pablo Valencia en el 2018 está a solo unas cuadras el lugar donde fueron encontrados los restos calcinados de la víctima.
El 15 de noviembre, agentes de la comisaría de Huachipa encontraron un tórax calcinado en la ribera del río Rímac. Según los peritos del Ministerio Público, este resto también sería de Blanca Reyna.
El inmueble donde vivió Pablo Valencia y los lugares donde se hallaron los brazos y el tórax se encuentran en la misma urbanización.
Tras el hallazgo de los restos de la joven, la Policía detectó que Pablo activó un nuevo número de celular y salió de Lima. Su geolocalización indica que hizo una parada en Nasca y, el 4 de diciembre, cruzó la frontera con Bolivia.

AMIGOS CÓMPLICES
En medio del dolor de su familia, durante el entierro de Blanca, una figura pasó desapercibida. Fernando, uno de sus amigos, se mantuvo cerca del ataúd, vestido de negro y con lentes oscuros. Lo que nadie imaginaba era que este sujeto aceptaría haber sido cómplice del crimen.
Fernando Zumarán, quien no ha acudido a las citaciones de la Policía, reveló en un audio que compartió en un chat grupal que recibió 10 mil soles de Valencia Román para ‘centrarla’.
“Ella me dice para viajar, justo yo estaba por viajar a Lima. Entonces su marido me contacta y me dice ‘¿sabes en qué está Blanca’?. Yo le digo ‘no sé‘. Me dice ‘tengo un plan, te voy a pagar, pero no digas nada a nadie’. Me ofreció 10 mil soles″, se le escucha decir.

En el mismo audio, Zumarán confiesa: “A mí me depositaron 10 mil soles a mi cuenta bancaria. Yo tengo ahí todas las pruebas”.
Las transacciones bancarias confirman que Blanca le enviaba dinero periódicamente, lo que ha levantado sospechas sobre su relación y el papel que jugó en el crimen.
Tras conocerse este audio, la madre de Blanca denunció haber recibido amenazas. “Su amigo me llamó y me dijo que me iba a denunciar porque lo había involucrado. Yo le contesté: ‘Siempre te dije la verdad’. No entiendo su desesperación”, revela.
Además, otro testigo clave, Cristian Sánchez, el mismo que había dado la versión del secuestro Y quien en un inicio negó conocer a Valencia Román, ahora ha reaparecido afirmando que dará su testimonio, luego de que aparecieran fotos que demuestran que sí lo conocía.
Por si fuera poco, los peritos hallaron pruebas de que Pablo se comunicó con Christian días antes del crimen, lo que refuerza la hipótesis de que ambos estuvieron involucrados en su desaparición.
A la fecha, Valencia Román, quien se convierte en sospechoso de la muerte de Blanca Reyna, no tiene paradero conocido y se presume que se encuentra en Argentina, donde ya vivió antes.