
Cinco peligrosos delincuentes, vinculados a las temidas bandas ‘Los Pulpos’ y ‘Los Compadres’, fueron trasladados desde el penal de Lurigancho hasta el penal de Challapalca, en Tacna, una de las cárceles más extremas y aisladas del país, ubicada a más de 4800 metros sobre el nivel del mar.
Este traslado, ordenado por el Instituto Nacional Penitenciario (INPE), no fue casual. Se trata de peligrosos sujetos involucrados en secuestros, extorsiones y mutilaciones, que venían sembrando el terror en varias regiones del país, especialmente en el norte.
Uno de los trasladados estaría detrás del salvaje secuestro y mutilación de un joven empresario en Trujillo, un caso que conmocionó a la opinión pública por la brutalidad con la que actuaron. Otros, estarían implicados en extorsiones a comerciantes y empresarios que vivían aterrados por los cobros semanales de estas mafias.
Aunque aún no tienen condena firme, sus vínculos con el crimen organizado están más que documentados, según las autoridades.

VIAJE CON CUSTODIA
El operativo fue todo un despliegue de seguridad. Los delincuentes fueron transportados en un vehículo blindado, custodiados por agentes del INPE. Intentaron taparse el rostro con todo lo que pudieron, pero no les sirvió de mucho. Las cámaras de televisión los captaron, y al llegar al penal se les obligó a levantar la cabeza para ser identificados.
Imágenes que recordaron a los traslados masivos al estilo El Salvador, y que han generado comentarios por su impacto mediático y político.
Challapalca no es cualquier cárcel. Es una prisión de altísima seguridad y condiciones extremas: temperaturas bajo cero, viento helado, y un aislamiento brutal. Tiene capacidad para 220 internos y, según el jefe del INPE, Javier Llaque, solo hay 180 reos, lo que evita el hacinamiento. Pero a esa altura, el castigo es doble: por el encierro y por el frío.

¿SOLUCIÓN?
El viceministro de Justicia, Juan Alcántara, explicó que estos traslados responden también a la grave crisis penitenciaria del país. Más de 94 mil presos y cárceles reventando por todos lados, con un hacinamiento que supera el 140 %. Aunque se vienen construyendo nuevos penales, los proyectos están trabados por temas técnicos y de seguridad.
Eso sí, ni el frío ni el aislamiento garantizan que las bandas criminales dejen de operar. Muchos jefes siguen moviendo los hilos desde dentro, gracias a celulares y cómplices afuera. Además, el hecho de que los trasladados no tengan sentencia firme ha abierto otro debate sobre derechos humanos y debido proceso.
Challapalca, más que un penal, parece un castigo del cielo. El aire es escaso, el frío te muerde los huesos y las visitas son casi imposibles. Para los cinco cabecillas enviados, no solo será difícil escapar, sino también sobrevivir al encierro en uno de los lugares más inhóspitos del planeta.
¿Será suficiente para frenar a las mafias? ¿O es solo una medida mediática para calmar a la opinión pública? Lo cierto es que los más bravos ya están congelándose en la altura. Y esta vez, no hay calle que los salve.
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