Carlos Rodríguez Concepción (33) y su prima Hilda Gaby Mostacero Concepción (31) fueron condenados a 12 y 6 años de prisión, en su calidad de autor y cómplice secundaria, respectivamente, al haber cometido delito de violación de la libertad personal, en la modalidad de trata de personas en su forma agravada, con fines de explotación sexual, contra una joven madre de 20 años de edad. Los hechos ocurrieron en el Callao.
En adelanto de fallo, la Corte Superior de Justicia del Callao argumentó que Rodríguez Concepción captó, trasladó y retuvo a la agraviada, aprovechándose de su estado vulnerable. Para lograr su cometido el sujeto fingió mantener una relación sentimental con ella para luego ofrecerle mejorar su calidad de vida y la de su hija recién nacida. Sin embargo, su objetivo era explotarla sexualmente en un conocido prostíbulo.
En tanto que Mostacero Concepción se encargó de “persuadir a la agraviada para que acepte el meretricio, además de ser la mentora en su prestación de servicios y el cobro de los mismos”.
El hombre cumplirá condena hasta el 1 de febrero de 2031, mientras que las autoridades ordenaron la ubicación y captura de Hilda Mostacero. Asimismo, ambos tendrán que pagar una reparación civil de cien mil soles.
El colegiado estuvo integrado por los magistrados Gino Delzo Livias (presidente), Elena Rosa Bedón Cerda y Eva Vásquez Vásquez condenó a Rodríguez Concepción
Los hechos
De acuerdo a la sentencia, en octubre de 2018 la víctima y Carlos Rodríguez Concepción se conocieron en Iquitos, donde la agraviada trabajaba para un tragamonedas. Ambos empezaron una supuesta relación sentimental y la joven fue traída a Lima para mejorar su calidad de vida, según le dijo.
Al llegar a la capital, se hospedaron en un hotel del Callao, donde días después recibieron la visita de la prima del sentenciado, Hilda Mostacero. Esta coaccionó a la joven para que se prostituya en el local conocido como El Trocadero.
Le dijo que era la única manera de tener vivienda, comida y ropa para ella y su hija. Además, la persuadió comentándole que ella también ejercía la prostitución y su primo la cuidaba y ganaba dinero de manera fácil y rápida.
La joven madre se vio obligada a aceptar porque no tenía a familiares a quién acudir. Sin embargo, luego de tres meses manifestó su rechazo a los sometimientos sexuales, por lo que tras una discusión con el condenado ella pudo huir con su hija y finalmente interponer una denuncia en la comisaría de la Perla contra sus agresores.