Pese a que la cuarentena terminó, muchas casas mantienen las banderas blancas flameando en sus ventanas o techos para dar a conocer la situación crítica que aún viven. Esto lo ve diariamente en San Juan de Lurigancho la paramédica Jesenia Malásquez Dávila (42), quien, debido a su trabajo, ha podido identificar a estas familias para luego, en su tiempo libre, llevarles víveres donados por amistades y familiares.
Gracias a tu trabajo has podido ver la necesidad de la gente.
Sí, soy paramédica en una institución estatal y eso me ha permitido ver la necesidad y la cruda realidad que se vive en mi distrito. No puedo ser indiferente al sufrimiento de estas personas y, por eso, decidí ayudarlas con lo poco que tenía.
Todo salía de tu bolsillo.
Al inició, sí. Ahora tengo la ayuda de amistades, familiares y vecinos. Unos me dan azúcar, otros arroz o aceite… poco a poco voy juntando los víveres y, en mi descanso, voy a repartirlos en los asentamientos humanos. A veces se les da a las mismas familias y en otras ocasiones a la asociación para las ollas comunes.
¿Qué zonas ya has visitado?
Muchas, las últimas fueron José Carlos Mariátegui y Cuatro Suyos.
¿Hace cuánto tiempo eres paramédica?
Ocho años. Mi trabajo es brindar ayuda inmediata a las personas; por ejemplo, cuando hay accidentes de tránsito, incendios o caídas bruscas. Me gusta hacerlo porque siempre he tenido vocación de servicio. Por eso estudié enfermería y ahora estoy terminando mi carrera de Derecho.
¿Por qué leyes?
Quiero seguir apoyando a la gente, hay muchas personas que necesitan un abogado que las apoye y las ayude en sus casos. Son tantas las necesidades aquí.
¿Tu familia te apoya?
Tengo una hija de 20 años y ella está orgullosa de mí; aunque también se preocupa porque teme que me pase algo, nadie está libre del contagio. Soy madre soltera y siempre he sido una luchadora, me he ‘rajado’ trabajando para que nada le falte a mi hija.
¿Qué sientes con la labor que haces?
Muy contenta, no sabes lo satisfactorio que es ver las caritas sonrientes de los niños cuando reciben una bolsita de víveres. Se emocionan y gritando te dicen ‘gracias’. Esos gestos me dan las fuerzas para seguir adelante.
El mensaje que dejarías...
Esta pandemia ha afectado duramente a las familias peruanas. Ayudemos a nuestros hermanos desde donde estemos. No necesitas dar un montón, puede ser un kilito de azúcar o un tarrito de leche, estas personas te lo agradecerán bastante. (Maritza Llanos)b