Alharacos, estos muchachos. [Alharaco: estrafalario, que llama la atención]. Latean por su barrio de La Victoria como leones en la sabana. Los miran. Les pasan la voz: “¡Habla, mi soli!”. Lucen sus tatuajes como quien luce una joya. Elegantes. Tabas Jordan, pantalones anchos y la ‘piel’ blanquiazul.
En la esquina de la cuadra 12 de Sáenz Peña, en La Victoria, Lima, el Nero Lvigi se cuadra. Enciende un pucho. Marca a su batería. Detrás de él, un mural de César Cueto, ‘El poeta de la zurda’. El calor asfixia. “La calle me dio y me quitó muchos amigos”, dice.
Parece un faite, un forajido. [Faite: que vive al margen de la ley]. De esos que hacen que uno cruce a la otra vereda cuando lo ve venir. Pero no lo es. En realidad es uno de los raperos con mayor proyección en la escena nacional y uno de los gestores culturales más importantes del distrito.
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Su gorra y barbijo le cubren la cara, pero igual lo reconocen. “¡Habla, Lvigi!”, le grita un chibolo sentado en la vereda. Él responde el saludo sin paltas. Tiene fama, pero no se la cree.
El Nero Lvigi, junto al Lil Drake y el Jeff han fundado ‘Money Gang Victory’ (MGV), un colectivo conformado por 15 jóvenes raperos victorianos. Muchos de los integrantes son rescatados de las calles y a punta de lápiz y papel van cambiando sus vidas.
Su chamba es impecable: crean y producen música urbana de nivel profesional. Están presentes en todas las plataformas digitales. Sus seguidores aumentan a la velocidad con que rapean. Se autogestionan. Así han grabado videoclips que tranquilamente podrían ser transmitidos en cualquier canal internacional.
Y hasta se codean con J Balvin. “Fue locazo, mano. Estábamos en una reunión con un empresario futbolístico que era su pata y le hizo una videollamada y me lo presentó. Espero que cuando venga a Perú podamos hacer algo juntos”, dice el Nero Lvigi.
BARRIO DE ARTISTAS
Mientras caminamos por los Bloques de Matute, el ‘Chinchilla’, un conocido cajonero y zapatero se acerca para decirnos que La Victoria es un barrio de artistas. Que a pesar de la mala fama, personas como los de MGV le están dando al distrito una nueva imagen. No le falta razón.
A este clan los une el amor a la música y al club. Alianza Lima. También la vida difícil. Caminaron chueco algunos. No lo niegan.
Sentados en el estudio de MGV, el Lil Drake apunta: “Mira. Si yo no hubiera conocido la música, ahorita estaría jodiendo”. Conoce la calle y sus abismos. Los extremos de la vida. Esa que da y quita. A los chamacos que se van de avance los escuelea, los parcha del saque. “Yo conozco esa vida”, les dice. Y ellos le tienen ley, como se le tiene ley a la viejita y al club y al Señor de los Milagros.
La única mujer del colectivo es Gilow, una jovencita de 24 años. Rankeada y respetada en la escena hiphopera. Sus compañeros dicen que es la mejor rapera del distrito. Otros, que ya lo es de toda la capital. Sus temas no hablan del amor, ni de la desilusión. Qué va. Sino de la pandilla, del Fifi que está en Lurigancho y de la Negra que fuma mota en el callejón ancho. “Para mí, sobresalir en un ambiente en donde hay demasiado machismo es meritorio. Ellos no son mis amigos, son mis hermanos”, asegura.
‘LOS MENORES’
El Jeff, otra piedra angular de este proyecto, se cubre el rostro con un pañuelo. Es su personaje, aclara. Misterioso y achoradazo. [Achorado: persona atrevida, resuelta]. Se emociona cuando habla de ‘Los Menores’, la división infantil de MGV. Asegura que el talento de sus muchachos de 14 y 15 años se forja en la calle, con las historias propias. Marcados a fuego por la pobreza y el peligro. Llegan. Y llegan con sus mochilas. Entonces la chamba es convertir esa mochila en canciones, en buena bulla. Las letras son eso: descarnadas y crudas. Sin tapujos ni colorantes. La vida tal cual la vivieron.
Y son serios. ‘Los Menores’ la están rompiendo. Uno de sus videos en YouTube ya superó las 180 mil reproducciones. Esa en donde rapean: “Salimos de abajo, la calma la rajo, pa’ irnos arriba. A punta de trabajo. Yo nunca le bajo. Siempre estoy encima”. Y el Lil Drake, el Jeff y el Nero Lvigi hinchan el pecho. Cómo no, si han puesto todas sus esperanzas y sus fichas en este proyecto.
LA MISMA PIEL
En el corazón del barrio más aliancista del país, le digo al Nero Lvigi que soy crema. Me mira desconfiado. Como sospechando. Y sonríe. ”También tengo seguidores cremas. Comentan en mis redes sociales y dicen que admiran mi música”.
Sin camisetas tenemos la misma piel, el mismo cuero. El arte une, la ignorancia enfrenta. De pronto aclara: “Nosotros, los verdaderos hinchas de Alianza no somos bandidos, mano. Nosotros respetamos cualquier camiseta. Mi idea es esa: que el arte una, junte, hermane. Y es lo que estamos logrando con Money Gang Victory”.
Al filo de la noche, después de haber caminado por los barrios más picantes de La Vicky, el Nero Lvigi y su batería resaltan sus próximos objetivos. [Batería: grupo de amigos]. Uno: que su música llegue a la radio. Dos: seguir rescatando y puliendo el talento victoriano. Porque “el arte salva vidas”. Y ellos lo saben.
* [Acharlar: embellecer, mejorar]