Un violento enfrentamiento entre pobladores y policías se desató cuando la familia del recluso Cristóbal Cabrera Paredes (59) intentó sepultar sus restos en el cementerio de Huamancaca Chico, en la región Junín, a pocos metros del recinto carcelario, pues, los vecinos creían que éste había fallecido a causa del coronavirus, pero su familia argumentó que tuvo una “cardiopatía-taquicardia” (paro cardiaco).
Al notar que se iba a producir un sepelio, unos 300 pobladores aparecieron en el Camposanto y atacaron a la familia, de pronto llegaron los efectivos del sector y se inició una lluvia de piedras.
En ese momento, los revoltosos tomaron de rehenes al personal de salud que acompañaba a los deudos. Y otros sacaron el féretro del nicho e intentaron prenderle fuego. Los uniformados lanzaron bombas lacrimógenas a la turba y lograron recuperar el ataúd.
Los familiares del recluso, presa de nervios lloraban y pedían clemencia. Inútilmente, trataron de explicarles a los furiosos pobladores que la prueba rápida de Cristóbal Cabrera arrojó negativo, pues, no los escuchaban.
Después de cuatro horas la violencia acabó y el féretro fue arrojado a un descampado de la zona.
Los deudos realizarán el sepelio en Lircay.
Tres efectivos policiales resultaron heridos en esta trifulca.