La primera boda religiosa en medio de una cuarentena obligatoria por la pandemia del COVID-19, se realizó en el distrito de Nuevo Chimbote de la provincia de Santa, en Áncash. Los novios cumplieron con todas normas de bioseguridad para darse el ‘sí, acepto.’
Ingrid y Óscar, tras una relación 5 años y 8 meses, fijaron como fecha para su matrimonio religioso el 10 de julio último. Por tratarse de una fecha muy especial para la pareja decidieron continuar con sus planes de boda, pero con una serie de grandes cambios.
El número de invitados, banquete y fiesta quedó de lado, pues para los novios lo más importante era unir sus vidas para siempre con la bendición de Dios y los familiares más cercanos, y así lo hicieron.
No por eso, la boda iba dejar de ser el día más se sus vidas para los novios. El encargado de la organización fue Robert Morales, wedding planner que trabajo incluso desde antes del inicio de la cuarentena. La boda se realizó en la parroquia Sagrada Familia.
Todas las medidas de bioseguridad fueron perfectamente cumplidas, el aforo de 10 familiares asistentes según lo dispuesto por la Diócesis de Chimbote, el respeto estricto del distanciamiento social, una ceremonia de 10 minutos y la coordinación perfecta con los proveedores permitió que este día para Ingrid y Óscar sean igual de inolvidable y único.
Posterior a la misa la familia y los novios sumando un total de 15 personas se reunieron para un almuerzo que termine de concretar este día de felicidad, en un ambiente previamente habilitado con las medidas de protección solicitadas, en la privacidad de su vivienda y cumpliendo con un lapso de 2 horas.