Su vida ha sido un constante viaje. James Raúl Valdivieso Alarcón es un joven de 28 años que dejó su natal Jauja para probar fortuna como reservista militar en la Base Aérea San Ramón por dos años. Pero como el mundo marcial no era lo suyo, volvió a probar suerte, esta vez, como electricista en el mantenimiento de barcos pesqueros. Navegar por dos años como marinero, donde pudo conocer diferentes lugares del país, abrió su mente y eso lo trajo de nuevo a casa: Trabajo como electricista en el distrito de Julcán, Junín. Después laboró como técnico electricista en socavón, al interior de una mina entre Lima y Huánuco, hasta que fue despedido debido a la pandemia. Pero como su alma rebelde siempre le exige cambios, ahora este joven apostó por emprender un nuevo proyecto y se dedica a confeccionar y vender mascarillas.
Debe ser complicado trabajar como electricista, para ahora estar bordando mascarillas…
Sí, un poco. Al inicio me costaba encontrar trabajo porque piden experiencia y con el virus perdí el que tenía, por lo que decidí innovar y crear mi pequeña empresa dedicada a la confección de mascarillas ecológicas.
Tu vida encierra muchas sorpresas, hiciste hasta el servicio militar…
Cuando terminé la secundaria, vi una oportunidad para mejorar personalmente en las Fuerzas Armadas. Hice mi servicio militar por dos años y en todo ese tiempo siempre me dediqué a estudiar porque quería ganar una beca.
Entonces, ¿llegaste a ganar esa beca?
Sí, estudié la carrera de Electricista Industrial en el Servicio Nacional de Adiestramiento en Trabajo Industrial (Senati), tras ganar Beca 18 del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación.
¿Cómo fue tu primera experiencia laboral?
En realidad, fueron prácticas profesionales como electricista en el mantenimiento de barcos pesqueros. Al principio me daba un poco de miedo porque nunca había navegado. Una vez regresamos de noche, Lima se veía todavía a una hora de distancia, yo no podía ni caminar sobre la cubierta, como lo hacían los demás, por el balanceo que provocaban las olas.
¿Te sentías bien trabajando como marinero?
Sí, pero sentía que debía volver a mi tierra y en Junín me puse a trabajar como ayudante de electricista en un proyecto de mejora de redes de baja y media tensión. Recuerdo que cambiábamos postes de hasta 15 metros de altura en el distrito de Julcán.
¿Recuerdas alguna anécdota?
Recuerdo que cambiábamos postes viejos de madera por los de concreto y desde tan alto podía ver a los vecinos dejar sus casas para ir a sembrar.
¿Cómo te afectó la pandemia?
Trabajaba como técnico electricista en socavón, al interior de una mina entre Lima y Huánuco, y por la pandemia redujeron personal y me quedé en la calle.
¿Aprendiste algo de esa experiencia?
Sí, es que tenemos que respetar la naturaleza porque nos brinda grandes beneficios. Por eso, mi empresa Industrias Confematex es ecológica y fabrico prendas en materiales textiles que no afecten la naturaleza.
¿Cómo cuáles?
Nosotros no utilizamos bolsas de plástico, que contaminan y van al mar, sino bolsas de papel. Las mascarillas cumplen con todas las medidas de seguridad dictadas por el Ministerio de Salud. El material es de primera calidad para ayudarte realmente a prevenir el contagio. Además son ergonómicas, para comodidad, y de distintas tallas.
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