
Pocas veces sucede que un precandidato presidencial se hunde políticamente en vivo y en directo. Sucedió el miércoles pasado con el conocido empresario y expresidente regional de Ica, Fernando Cillóniz, durante una entrevista que le hizo el periodista Augusto Thorndike en el programa ‘Contracorriente’ de Willax TV.
Acorralado por las incisivas y agudas preguntas del hombre de prensa, Cillóniz reconoció que era representante legal de “dos empresas de Odebrecht”. Sí, la corrupta empresa brasileña que durante décadas corrompió a presidentes, políticos y empresarios peruanos, a cambio de obras públicas.
“Soy director de CTO y de H2Olmos. Soy director de la concesión, del transvase y la distribuidora. Yo represento legalmente a esas dos empresas de Odebrecht, sí”, afirmó. Lo dijo pese a que dicho proyecto de irrigación en Olmos, que data del 2010 y ahora pretende ser ampliado, es investigado en el caso Lava Jato por presuntas coimas.
Cillóniz llegó al extremo de decir que “si se va Odebrecht, se quedan sin agua los agricultores y se pierden 67 mil empleos”. O sea, un poco más y nos pide que agradezcamos que esa compañía continúe en nuestro país. Al día siguiente, el Partido Popular Cristiano (PPC) lo despachó, suspendió su militancia y canceló su condición de precandidato presidencial. Es lamentable la postura del empresario, que cuenta con una respetable trayectoria personal y profesional.
Lo peor, sin embargo, vendría después de su desembarco cuando se presentó en el programa de Milagros Leiva, también de Willax TV. Allí habló maravillas y con una elocuencia penosa defendió a Odebrecht, que ahora opera bajo la fachada de Novonor y sabe Dios qué otras identidades para ocultar su pasado.
“Son dos cosas distintas: Odebrecht de hace cuatro años ponía y sacaba presidentes, coimeaba, corrompía; y hoy en día esa empresa es diferente (…) Las empresas no son corruptas, corruptas son las personas”, dijo casi con devoción.
Sus palabras me hicieron recordar a un veterano periodista que hace unos años dijo casi lo mismo, que Odebrecht debía seguir contratando con el Estado, puesto que ahora era una empresa “regenerada”, “honesta” y “rehabilitada”.
Parecen olvidar que ahorita nomás, hace poco más de un año, Odebrecht, a través de la Fiscalía brasileña, decidió suspender todo tipo de colaboración a la que se había comprometido con las autoridades peruanas. Tanto es así que los mismos fiscales del caso Lava Jato –que dirigen los cuestionados Rafael Vela y José Domingo Pérez– pidieron al Poder Judicial revocar el famoso acuerdo de colaboración eficaz que suscribieron ingenuamente con la compañía brasileña.
La negativa de esa empresa a seguir colaborando es apenas un dibujo animado frente a lo que ahora pretende: en 2020, la “nueva Odebrecht” denunció al Estado peruano y está por ganar un arbitraje internacional de 1200 millones de dólares, por la construcción del Gaseoducto Sur Peruano.
La pregunta del millón es: ¿Será cierto que Odebrecht ha cambiado, regenerado, ahora es honesta y se ha rehabilitado? La respuesta está en un conocido dicho popular: “Si algo me queda claro es que la gente nunca cambia, solo se porta bien cuando quiere algo”. Nos vemos el otro martes.
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