“¿Quién soy?”. Es la pregunta que aún no logra responderse el escritor peruano Jeremías Gamboa (Lima, 1975). Ha ensayado respuestas en sus tres libros: ‘Punto de fuga’, ‘Contarlo todo’ y la recién publicada ‘Animales luminosos’ (Penguin Random House). “El día que me responda esa pregunta, ese día dejaré de escribir”, dice en su estudio de Barranco.
Ha regresado huérfano a la arena literaria después de siete años. Ya no tiene ningún vínculo con quien fuera considerado su ‘padrino’ en el lanzamiento de ‘Contarlo todo’, el premio nobel de literatura, Mario Vargas Llosa.
Sin esa presión mediática y mas bien con la tranquilidad de saber que no hay ojos acechándolo, ha publicado ‘Animales luminosos’, un libro que podría considerarse un paso trascendental hacia su madurez como escritor.
En ‘Animales luminosos’, Jeremías Gamboa nos presenta a Ismael Alaya, un becario de la universidad de Colorado, Estados Unidos, que durante una noche descubre la desenfrenada vida universitaria de ese país. A la vez, también se descubre así mismo y halla un muchacho con miedos, con traumas, con heridas, con una mochila que no puede soltar y del que le cuesta hablar. Y esa mochila es su pasado en Perú. Un pasado de humillaciones, de vejámenes, de abusos por su ascendencia andina.
Este libro representa para Gamboa, en su búsqueda por saber quién es, el retorno a sus raíces. El entenderse. El reconocer sus orígenes. El enfrentar su pasado. Y empezar a hablarlo o a escribirlo. “Las mochilas no se dejan, se aprenden a cargar”, asegura mientras bebé café sin azúcar.
BÚSQUEDA DE LA IDENTIDAD
PREGUNTA: Pérez Reverte decía que hacía ficción porque había preguntas que no podía responderse con el periodismo, Jeremías, ¿tienes preguntas que aún no has podido responderte?
RESPUESTA: Yo he descubierto con mi tercer libro que uno de los grandes temas de mi trabajo, ya son tres libros, es la identidad: ¿Quién soy? En ‘Punto de fuga’ ya es una ansiedad muy grande. Los personajes de aquel libro de cuentos -ahora lo veo con claridad- han pasado una especie de tranquera.
Gabriel Lisboa, en ‘Contarlo todo’, cuando escribe la novela, está en un lugar de retorno, que es Santa Anita. Ahora tengo un personaje, en ‘Animales luminosos’, que ha escapado del Perú y le explota el Perú.
Me doy cuenta de que mi identidad la veo y la siento, pero es una ansiedad muy grande. Tengo la impresión de que provienen de la diversidad de experiencias tan contrastadas que he vivido. Otras cosas que no han entrado en mi trabajo, es el barrio, mi familia, mi origen. Debería ser lo que viene.
¿Y has logrado responder quién eres?
El día que responda esa pregunta, ese día dejaré de escribir. Cada vez siento que tengo más herramientas para abordarlo. Creo que todo está incluido en esta frase curiosa, es una ironía, que es de (José María) Arguedas: “Vivir todas las patrias como un demonio feliz”. Lo dice un hombre que luego se suicida. Te dice que no es sencillo vivir todas las patrias cuando las patrias no tienen la misma valencia. Hay algunas que deben callarse y otras que deben decirse. Y hay algunas que es mejor exhibir y otras silenciar. Lo que sí me doy cuenta es que empiezo una etapa de aguafiestas.
¿Por qué?
A mí me tocó ser niño justo en el momento en que ser ayacuchano equivalía a ser terruco, en los años 80. Entonces, mis padres vivieron con mucha ansiedad. Querían que sus hijos se asimilen y borren estas señas de identidad. Era un momento en que el Perú no estaba orgulloso de lo indígena, eso estaba en la televisión, estaba en las burlas de Augusto Ferrando, en los discursos que oí de niño. Yo nací en la urbe con este pasado. Conozco Ayacucho a los 26 años.
¿Has intentado borrar esa identidad?
Yo hice lo que hacen todos los niños en su momento, que es salir al mundo con lo que los padres te indican lo que hay que hacer. Mis padres nunca me dijeron que eran ayacuchanos. Los programas que tus padres instalan en ti cuando eres niño, algunas frases quedan muy marcadas, una de ellas es ‘la universidad’. Yo ahora me doy cuenta que en la universidad la vida empieza. Hay algo que debo agradecerle a mis padres, ellos se dan cuenta que solo con la educación haría que nosotros, sus hijos, podamos competir en mejores condiciones.
¿Y fue así?
Sin duda, la educación es el ‘campo de concentración’ del Perú. La educación es donde -hay que decirlo- está ocurriendo la desgracia nacional. Lo más triste, es que tanto la extrema derecha como la extrema izquierda están de acuerdo en destruirla. Las dos están de acuerdo en no evaluar profesores. Y, dicho sea de paso, mucha gente ha opinado sobre el tema y casi nadie ha estudiado en colegio nacional. Yo sí. Tengo la autoridad para decir qué es un ‘campo de concentración’. La experiencia educativa que yo tuve es una de las más horrorosas que he vivido. Por supuesto, tenía profesores extraordinarios. Pero la experiencia secundaria que tuve en el primer gobierno de Alan García fue lamentable. Y te preparaba para perder. El país va a funcionar cuando haya un campo estable para competir en igualdad de condiciones.
¿Y la universidad es un espacio de descubrimiento?, lo entiendo así en ‘Animales luminosos’
Lo que uno hace cuando ficciona es explorar un lado tuyo conjetural. Yo creo que Ismael (protagonista del libro) representa un poco ese animal herido. Carga una mochila de la que yo quise huir. Lo que sucede es que Ismael termina como termina, no diré cómo. Yo lo que hice fue regresar al Perú a elaborar, a recuperar, a conquistar el pasado. La labor de recordar y regresar al origen es una labor estimable e interesante. Pero cuando el origen está estigmatizado y es parte de la mancha, porque en el Perú la experiencia andina es la mancha, es más retadora.
¿Es una mochila que has aprendido a cargar?
Las mochilas se aprenden a cargar. Yo he hecho mucho trabajo de autoanálisis, de psicoanálisis, de literatura y de memoria. Esto me ha permitido cargar bien la mochila, que significa empezar a hablar de ella.
Perdón, quería regresar al tema anterior, la universidad. El otro asunto es que mi madre me decía a mí que yo tenía que ser ‘alguien’. Y la otra frase que me repetía siempre era: “no seas como nosotros, sé otra cosa”. Pero no decían: “sé como nosotros, pero mejorado”. Eso es brutal porque te lanza a una paradoja nacional. O sea, cómo me construyo siendo algo que no se parece a la gente que amo.
CÉSAR ACUÑA, EL ZAR DE LA EDUCACIÓN
Jeremías, ¿Es necesario salir del Perú para ver al Perú?
Ayuda. Estando afuera te das cuenta de que las circunstancias dolorosas de tu país no son únicas y privativas de tu país. Otros países también tienen sus asuntos, sus tragedias.
¿Cuál es la mayor tragedia del Perú?
Diría que la educación. Me parece, viéndolo en la mediocridad del gobierno y en la mediocridad en las críticas al mismo gobierno, que el gran problema es la educación. Y que sea un profesor el que esté ahorita reaccionando tan mal, tan mediocre, es una manifestación muy poderosa del estado de la educación en el Perú.
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¿Te parece paradójico que el zar de la educación sea un tipo como César Acuña?
Acuña es una cosa bien loca, no se le puede negar cierta consecuencia, tiene todas estas acusaciones de plagio, es un tipo que no cita, no atribuye, y ataca al que sí atribuye. En ese sentido, sí que es evidente su desprecio al trabajo intelectual. En ese sentido, parece ser coherente con su odio a la atribución, que es el centro del trabajo periodístico, de la investigación. Eso es impresionante.
¿Qué te parece la sentencia al periodista Christopher Acosta y al editor Jerónimo Pimentel?
Te daría dos respuestas. Uno, es un atentado, pero creo que también es una victoria. Creo que Acuña, tengo la impresión, quería mostrar o aleccionar a los periodistas sobre las sanciones que podrían tener al meterse con un poderoso. Ese era su intención. Y lo que ha terminado logrando es aleccionar a los poderosos que atacar a un libro es darle toda la posibilidad de éxito. Cuando se metió con Acosta hizo que se convierta en el bestseller, ¿no? Han llevado a Acosta y Pimentel a la posición de héroes de la libertad de expresión.
MARIO VARGAS LLOSA, EL ‘PADRINO’
‘Animales luminosos’ no ha tenido el espaldarazo de un premio nobel y, sin embargo, se hace camino solo…
Me gusta eso. ‘Contarlo todo’ fue un oleaje muy particular y lo agradezco.
¿Fue una presión muy fuerte el respaldo de Vargas llosa?
Sí, fue muy fuerte. En todos los sentidos.
¿Cómo lo ves ahora, después de tantos años?
Fue extraordinario en su momento. El espaldarazo de Vargas Llosa me permitió el primer desahogo económico de mi vida. Tenía 37 años y por primera vez tenía ahorros. Pero también me granjeó odios, recelos.
¿Ahora vives de lo que escribes?
Vivo de la literatura. Entre lo que escribo y enseño.
Es el sueño de todo escritor…
Cualquiera que ama escribir o ama la literatura va a decir: ‘eso es todo lo que quiero’.
Actualmente, ¿Tienes buena relación con Vargas Llosa?
Yo no tengo relación con Vargas Llosa... Bueno, sí… no tengo relación con Vargas Llosa, ni buena ni mala.
¿Es cierto que leyó el borrador de ‘Contarlo todo’?
Sí, eso es algo que nunca voy a dejar de agradecerle. Imagínate, siempre estará el agradecimiento, la admiración al trabajo y a la generosidad que tuvo. Se generaron etiquetas de ‘padrinazgo’ y hay que asumirlas. Hay que asumir con madurez.
¿Vargas Llosa sigue siendo un paradigma para los escritores peruanos?
Sin duda, por supuesto. Muchos de mi generación se formaron con él, otros contra él y a pesar de él. Sin duda, es un referente. No sé cómo son con las generaciones recientes, pero muchos de los escritores de mi generación decidieron ser escritores o se convencieron después de leer ‘El pez en el agua’.
¿Qué opinas cuando lo lapidan por sus posiciones políticas?
Bueno, o sea, trataría de no entrar ahí. En algún momento declaré sobre su adhesión a Keiko, pero bueno... Tiene sus posiciones. A algunos nos ha sorprendido, por ejemplo, por el asunto del fraude. Vargas Llosa perdió conexión…
¿Qué representa ‘Animales luminosos’ en tu carrera como escritor?
A este libro le voy a agradecer muchas cosas. Por ejemplo, me sacó de la presión de ‘Contarlo todo’. Ha sido un libro que vino a aliviar la presión de años sin publicar.
Jeremías, un columnista aseguró que no tienes derecho a escribir sobre los prejuicios que te han perseguido, porque mas bien eres una persona exitosa...
Pero si yo he triunfado ante los complejos y resentimientos, ¿eso significa que debo dejar de hablar de las razones que generan complejos y resentimientos en tantos peruanos? Nadie deja de ser cholo en el Perú. La gente más pituca en el Perú está temblando en los controles cuando entran a Londres. Así es.
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