Poeta. Escritora. Guionista. Directora de la Maestría de Escritura Creativa de la PUCP. El nombre de Giovanna Pollarolo (Tacna, 1952) siempre está relacionado a la literatura, cine y arte, los temas que conversamos con ella en esta entrevista.
¿Has seguido escribiendo en cuarentena?
Siempre estoy escribiendo. Tengo dos proyectos casi listos, pero no he pensado aún en la publicación debido a la pandemia. Ahora solo me he dedicado a corregir uno que se llama Casas. Pienso darle un poquito más de tiempo antes de ofrecerlo a alguna editorial. A mí me gusta publicar cuando me agota el tema.
¿Corriges bastante?
Sí. Solamente pienso bastante en la publicación cuando ya no me llama escribir o no tengo nada más que agregar, por saturación o aburrimiento. Me está pasando con un libro que ya tengo escrito desde hace cinco años.
¿Cuán exigente debería ser un escritor con sus textos?
Depende de cuál es tu relación con la escritura. Yo no soy una escritora profesional, en el sentido económico, o sea, yo no tengo agente literario ni tengo ningún tipo de presión de fechas para publicar. No he hecho una carrera, pero eso fue por una decisión. Con el paso de los años, creo que una persona debe ser consciente qué quiere hacer con su escritura. Si quieres ser un escritor reconocido, eso va a orientar tu escritura y vas a tener un proyecto. Tienes que chambear bastante. Es un trabajo. Yo decidí que no quería hacer eso. Para mí la escritura cumple básicamente el papel de algo que necesito hacer.
Se escribe por una necesidad…
Sí. Yo creo que el libro no está terminado mientras no publiques. Publicar para mí es sacarme de encima algo que ya me está pesando demasiado, que me asfixia, y no me deja empezar con otra cosa. Si me parece que es publicable lo ofrezco a una editorial.
¿Cuál es el otro libro que estás escribiendo?
Se llama Matusalén. Aún no lo he acabado, pero tengo más de 40 páginas avanzadas. Me produce mucha ilusión ese libro. No sabes la cantidad de historias que me salen. No se me ha agotado el tema. Lo más difícil para mí es encontrar la voz para ese relato porque cuando no lo encuentro siento que hay algo falso.
¿Has abandonado proyectos que no te han gustado?
Muchos.
¿Cómo armas los proyectos de tus libros?
Yo lo comparo con el amasamiento de pan: cuando empiezas a hacer la masa tienes agua y harina. Es muy desorganizado, no agarra forma. No tienes control y, de repente, a fuerza de amasar empieza a ser compacta y ya no se te pega en las manos, comienzas a manipularla, a formar lo que deseas. Eso es la escritura. Cuando empiezas es como andar a ciegas como es mi caso. Pero no todos los escritores son así. Por ejemplo, Vargas Llosa no se sienta a escribir mientras tenga todas las fichas para armar la novela. Yo empiezo a descubrir eso a fuerza de la propia palabra, y muchas veces, fracaso. Hay quienes lo saben desde el primer día y hay otros que necesitan más tiempo. En mi caso, la propia escritura me va llevando al descubrimiento de lo que quiero hacer, por eso me demoro. Necesito escribir una cierta cantidad de páginas para que me lleve a algún lado y, si no lo hace, lo dejo. Cada escritor va encontrando un método que no se puede enseñar, pero sí puedes descubrir tu propio método.
¿Es lo que están enseñando en la Maestría de Escritura Creativa (MEC) de la PUCP de la cual eres la directora’?
Eso es. No te estoy enseñando que tienes que hacerlo de una manera específica, sino que hay diferentes maneras de ser escritor u otras poéticas, y ninguna es mejor que la otra. No me gustan las normas que se imponen. Por eso, en la MEC hemos tenido a Martín Kohan o Guillermo Martínez. Me parece que es bueno ofrecer alternativas. Que amplíen la mirada sobre su escritura y sus propias lecturas. Lo más enriquecedor de la MEC es la posibilidad que te ofrece de trabajar o mostrar a otras personas tus textos porque allí también tienes que aprender a seleccionar qué aceptas y en qué te mantienes. En la escritura no hay reglas. Queremos apostar con nuestros estudiantes que tienen capacidad narrativa, poética y de investigación a explorar nuevos caminos.
Has sido jurado en varios premios Copé, ¿qué opinas de lo que se dice que en estos concursos literarios se premia el amiguismo?
Un libro en un concurso gana por sus méritos, pero también por el tipo de jurado y no porque estos sean malos o buenos, sino que justo mandaste tu libro a un jurado que estaba conformado por quienes compartían el gusto por ese tipo de escritura. Tal vez en otro caso no sería ni mención. Es verdad, también, que hay una calidad básica. Un jurado, por más diverso que sea, va a descartar muchos textos. No creo que sea corrupción o amiguismo. Pasa en los festivales de cine, también. Los gustos van cambiando.
Ahora que tocas el cine, ¿cuál es tu visión del cine peruano actual?
Ahora el cine moderno rechaza las formas convencionales de guion, por más que sigan siendo películas populares siguen teniendo ese esquema. Sin embargo, el cine independiente no toma ese camino. En este caso son películas que va muy poca gente a verla, aunque hay casos especiales. Estoy pensando en La teta asustada: cuando se estrenó no tuvo la acogida de espectadores. Si no hubiera ganado el Oso de Berlín no hubiera sido muy reconocida.
Tal vez porque estamos acostumbrados a Hollywood…
Siempre. Es un cine que ofrece entretenimiento. Puede ser un gusto personal que el cine de ahora no tiene los mismos intereses que los años 70 y 80 con Coppola, Scorsese o Spielberg. Ya no hay esa equivalencia. Hay semanas enteras-antes de la pandemia-que no tenía nada que ver en los cines. Los talentos se fueron a las series como The Sopranos o Mad Men, que tienen una estructura y narrativa decimonónica: muchos personajes o tramas que se alargan, que la novela actual o el cine no hace. Siempre va a existir un grupo de narrativa best seller, aunque acá no hay un fenómeno como la saga de Harry Potter. Tenemos novelas mal escritas en pésimas ediciones, libros que pretenden ser canónicos y no tenemos una buena novela policial o de ciencia ficción.
Tenemos a José B. Adolph en ciencia ficción…
Sí, pero quién lo ha leído. Yo he leído sus novelas y han debido ser como un best seller. Como las novelas de Stephen King. Otro ejemplo es Guillermo Thorndike, que inició las investigaciones periodísticas noveladas como El caso Banchero. No se ha profundizado en estos temas y mira cuántos casos hay. En el Perú tenemos un mercado virgen. Hay oportunidades para los escritores que no hemos sabido aprovechar.