
La muerte de Mario Vargas Llosa ha dejado un vacío insondable. No solo se ha ido el primer peruano en recibir el Premio Nobel de Literatura, sino también una voz crítica, un narrador prodigioso y un pensador que marcó con tinta indeleble el destino de la cultura hispanoamericana. Entre los muchos que lo lloran, uno lo hace desde la entraña de la amistad: Alfredo Barnechea.
El periodista y excandidato presidencial no disimula el golpe. En conversación con Panorama, Barnechea confesó estar “profundamente desolado” por la partida de quien consideró un faro intelectual y político desde hace más de medio siglo. “Muere un amigo mío de hace 54 años”, dice, la voz entrecortada. “Ha sido una referencia intelectual y política fundamental en mi vida”.

La última vez que lo vio fue en su casa, en Lima. “Fue una noche en que estuvo muy bien, aunque ya estaba muy golpeado por la enfermedad”, recuerda. Estaban también Lucho Llosa, primo del escritor, y un ambiente íntimo en el que Vargas Llosa hablaba con entusiasmo de la novela Patria, de Fernando Aramburu. “Conversamos largo rato sobre ETA, sobre el País Vasco. Mario seguía leyendo con voracidad”.

Pero la enfermedad avanzó rápido, y pronto los encuentros se hicieron imposibles. “Mario estaba médicamente muy complicado. Ha sido un deterioro muy acelerado”, lamenta Barnechea. “Hoy hablaba con Lucho y coincidimos en que, quizás, lo mejor fue que pudiera descansar. Ya estaba sufriendo mucho”, agregó.
FARO DEL PENSAMIENTO
El deceso de Vargas Llosa, sin embargo, trasciende la dimensión personal. Para Barnechea, quien apoyó la candidatura del escritor en 1990 con el FREDEMO, el Nobel peruano fue un actor central en el debate político de América Latina. “Desde 1971, cuando rompió con la Revolución Cubana, se convirtió en un faro del pensamiento democrático. Se le podía criticar, disentir, pero fue un referente ineludible. Fue irreemplazable”, afirmó.
Y también un símbolo de universalidad. “Fue el primer escritor de lengua española en ingresar a la Academia Francesa. Ocupó una silla que perteneció a Alexis de Tocqueville. Eso es histórico”, remarcó. “Ha sido una figura universal, y su legado es inmenso”, añadió.

En sus últimos días, Vargas Llosa —ya frágil— parecía despedirse con imágenes. “Muchos vieron en sus recientes viajes una despedida”, dijo Barnechea. “Recorrió escenarios clave de su vida y obra. Toda su literatura gira en torno al Perú, salvo excepciones como La Fiesta del Chivo o El Sueño del Celta”.
Este lunes, Barnechea acudirá al velorio. “Será una ceremonia muy reducida con amigos muy cercanos. Iré a saludarlo por última vez, a alguien que quise tanto y que fue tan importante para mí”. Y aunque el dolor es grande, la gratitud también lo es. “No ha habido en la historia del Perú un escritor que haya marcado tanto a su país”.
Se fue el faro, pero su luz seguirá encendida entre páginas y memorias.
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