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Puno, y todo el Perú, está de fiesta. Hasta el 15 de febrero, miles de danzantes y músicos tomarán las calles para rendir homenaje a la Virgen de la Candelaria, patrona de la región. Esta celebración, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2014, es una de las expresiones religiosas y culturales más grandes de América Latina.
La imagen de la Mamacha Candelaria fue traída de Cádiz al Perú el 2 de febrero de 1583, pues desde este punto partían los galeones del Imperio español que transportaban a las autoridades políticas y religiosas enviadas a sus colonias.
Por esa razón, el origen de esta festividad combina la fe católica con las tradiciones andinas.
Se dice que en 1781, durante la rebelión de Túpac Amaru II, los puneños se encomendaron a la Virgen para proteger la ciudad. Desde entonces, su devoción se fortaleció, mezclándose con ritos ancestrales dedicados a la Pachamama.
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Fiesta
El evento central de esta celebración es la Gran Parada y Veneración, donde más de cuarenta mil danzantes y músicos presentan bailes como la diablada, morenada y caporales. Es una expresión única y fantástica de nuestra identidad. La Candelaria no es solo una fiesta, es el alma de Puno vibrando al ritmo de su tradición.
Datito
El culto a la Virgen de la Candelaria se remonta al año 1392 en Tenerife, la isla española más grande del archipiélago de las Canarias, en el océano Atlántico, que era parada obligatoria en los viajes desde la península del imperio español hacia América. Por tal motivo su imagen fue inculcada en los territorios coloniales.
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