
El expresidente Pedro Castillo mantiene intactas sus malas costumbres de dirigente sindical violentista, como en su época de profesor. Es más, parece que las ha superado en el tiempo que lleva preso: hoy es más mediático. La semana pasada armó todo un circo durante el proceso que se le sigue por el golpe de Estado del año 2022.
Se negó a declarar, se metió un discurso panfletario, tildó al juicio como farsa. Por si fuera poco, se declaró en huelga de hambre y tuvo que ser internado por deshidratación. Su gracia, sin embargo, solo le duró tres días.
Ahora disfruta del menú que le imparten en prisión y se deleita con los platos de comida y fruta que le llevan sus seguidores que lo visitan en la cárcel, encabezados por su exministro Roberto Sánchez, cercanísimo del sentenciado por asesinato Antauro Humala.
Castillo, como buen revoltoso, no es tonto. Todo su show apunta a estar vigente en el próximo proceso electoral, que empieza a calentarse. Pero, primordialmente, su objetivo es el extranjero y la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), a donde planea llevar su caso y cuyos integrantes tienen una marcada línea ideológica similar a la de él.
Sus dos principales promotores en esa meta son los abogados argentinos Eugenio Zaffaroni y Guido Croxatto, quienes públicamente expresaron su apoyo por su comportamiento en el juicio penal. Ambos son unos ‘lobos’ en procesos internacionales. Zaffaroni fue juez de la Corte IDH y Croxatto fue recibido, hace unas semanas, por la mismísima presidenta de México, la izquierdista Claudia Sheinbaum, quien se pronunció públicamente en favor del chotano. ¿Quién les paga a ambos?
Otro de los aliados de Castillo en su cruzada internacional son los periodistas extranjeros que lo apoyaron cuando fue candidato presidencial y lo pintaron como un “humilde profesor campesino”. Hasta hoy, sus despachos tienen un marcado sesgo a favor del expresidente y lo victimizan.
Y en el mundo hay muchos incautos que así lo creen. Uno de ellos es el famoso músico y activista Roger Waters, cofundador de Pink Floyd, quien a través de un video difundido en sus redes sociales escribió sobre Castillo: “Empezaron a juzgarlo la semana pasada por rebelión e intentar cambiar el Congreso (…) Parece poco probable que su voz sea escuchada. Entró en huelga de hambre y ya no está comiendo. Pero ahora no está tomando líquidos, entonces tememos por su vida, aquellos que nos preocupamos por él”.
No hay que olvidar que Castillo es un profesional armando circos. Aún está fresco el recuerdo cuando, durante una larga huelga de profesores que encabezó y durante la cual se hizo conocido, se lanzó al piso simulando haber sido agredido por la policía. “¡Tírate al piso!”, le gritaban sus seguidores mientras las cámaras de televisión lo enfocaban. Y se lanzó.
El chotano jamás supo gobernar, ni siquiera hablaba en los Consejos de Ministros, pero se movía como pez en agua cuando agitaba masas en las zonas andinas y polarizaba el país entre ricos y pobres. Al margen de lo que haga, pasará a la historia como un mandatario golpista y corrupto. Nos vemos el otro martes.
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