Fue un crimen espeluznante en un escenario donde impera la ley del hampa. A un ajuste de cuentas por drogas apunta la principal hipótesis de la policía sobre el cruel asesinato del peruano Jafet Torrico Jara (24) y el venezolano Rubén Mauricio Matamoros Delgado (22), a quienes degollaron y descuartizaron en un hostal de San Martín de Porres.
Este último fue identificado ayer por su padre en la morgue, por los tatuajes de una corona que tenía en el brazo derecho y en la espalda. En el hospedaje ‘Señor de Sipán’ se alojaban otras personas de la misma nacionalidad.
APARECE EN VIDEO
Vecinos del asentamiento humano ‘Luis Alberto Sánchez’, donde está el hostal, afirman que una mujer lidera la venta de drogas en esa zona. “Venden drogas todo el tiempo”, afirmaron.
La policía investiga si se trata de la misma mujer que aparece en un video dirigiendo el traslado de unos paquetes, que serían los restos desmembrados, en un taxi. Esa mujer, que se presume es venezolana, subió a dicho vehículo con tres hombres.
Otra fémina, que también participó en el embarque, se quedó en el hostal. El taxista Raúl Bodero Cerna dice que solo lo contrataron para el servicio y que no sabía que estaba trasladando cadáveres.
PADRE DE VÍCTIMA
“Lo que hicieron es una locura y espero que los asesinos sean arrestados”, expresó el papá del venezolano Rubén Matamoros. Agregó que su hijo y Jafet Torrico, la otra víctima, eran amigos.
Las partes cercenadas de los cuerpos fueron dejadas en tres lugares cercanos al hostal donde se perpetró el crimen: el terminal de Fiori y al costado de un colegio en la urbanización Los Nísperos (ambos en San Martín de Porres), así como frente a ‘El Potao’ (espalda de la Plaza de Acho, Rímac).
Todos los intervenidos, entre ellos el cuartelero Alexander Salazar (venezolano) y dos huéspedes de la misma nacionalidad (ambas mujeres), así como dos peruanos, solo fueron a declarar en calidad de testigos, por lo que no quedaron detenidos. También el taxista Raúl Bodero.