Antes de aplicar el tiempo fuera, se le debe decir el porqué y buscar un lugar de la casa, como su cuarto y con la puerta abierta, para dejarlo allí incomunicado. Foto: iStock.
Antes de aplicar el tiempo fuera, se le debe decir el porqué y buscar un lugar de la casa, como su cuarto y con la puerta abierta, para dejarlo allí incomunicado. Foto: iStock.

Conversar, negociar, acordar, pactar, todo suena muy bonito, pero a veces no basta para controlar a nuestros cada vez más inquietos . En esas circunstancias, muchos padres apelan a los castigos para imponer disciplina, pero ¿cuáles pueden ser los más adecuados?

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Un palmazo, entendido como una reacción ocasional, no devasta psicológicamente a nadie, pero tampoco tiene mucho valor educativo, por lo que termina siendo solo un arranque de desesperación de los padres que no saben cómo actuar.

Es importante el diálogo con los hijos en todo momento. Foto: iStock.
Es importante el diálogo con los hijos en todo momento. Foto: iStock.

Entre los tres y seis años el niño ya tiene un espacio de conciencia, por ello se recomienda, ante un mal comportamiento (hizo algo peligroso, pese a las advertencias, golpeó a su hermanito, etc.), alejar al menor de la zona del conflicto.

Es decir, darle un tiempo fuera para que las emociones se enfríen y pueda reflexionar. Esta técnica funciona porque, cuando el niño se porta mal, mamá o papá no le dan su atención y otras cosas que le gustan.

Antes de aplicar el tiempo fuera, se le debe decir el porqué y buscar un lugar de la casa, como su cuarto y con la puerta abierta, para dejarlo allí incomunicado.

El lapso debe ser breve; expertos aconsejan un minuto por año de edad. Pasado ese tiempo deben reincorporar al pequeño a la actividad familiar y terminar con un abrazo.

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