Un horrendo crimen pasional ocurrió dentro de un club nocturno. Turbado por la ira, un vigilante ingresó violentamente al local y asesinó de un balazo en la cara a su expareja, quien trabajaba allí, para luego suicidarse de un tiro en la cabeza, en Chosica.
El hecho de sangre se produjo a las 9:30 de la mañana de ayer cuando Luis Roger Valenzuela Apaza (36) llegó al videopub ‘Ebony’, de la avenida Lima Sur 984.
Fuera de sí, preguntó a los empleados por Zonia Lida Fernández Atavillos (28). Luego se dirigió a la caja y encontró a su pareja contando el dinero de las ventas de la madrugada. Le propuso reiniciar su relación, pero ella rechazó la posibilidad.
“Discutieron, él sacó su pistola y le disparó en la cara. Ella cayó al piso sangrando, luego el asesino saltó encima del mostrador, se arrodilló a su lado, le cogió la mano, dijo: ‘Perdóname por lo que hice’ y se disparó un balazo”, contó una testigo.
DE LA MANO
Agentes de la Divincri acudieron al lugar y recogieron una serie de evidencias, como el arma que estaba encima de los cuerpos cogidos de la mano.
“Hemos podido conocer que él constantemente la buscaba y le pedía para regresar. En una oportunidad escucharon que él le decía que quería ver crecer a su hijo que ya tenía 10 años”, explicó un detective.
De ella, se conoció que laboraba en ese local hace unos meses y él era vigilante. Tenían un hijo de 10 años, que quedó huérfano.
Un horrendo crimen pasional ocurrió dentro de un club nocturno. Turbado por la ira, un vigilante ingresó violentamente al local y asesinó de un balazo en la cara a su expareja, quien trabajaba allí, para luego suicidarse de un tiro en la cabeza, en Chosica.
El hecho de sangre se produjo a las 9:30 de la mañana de ayer cuando Luis Roger Valenzuela Apaza (36) llegó al videopub ‘Ebony’, de la avenida Lima Sur 984.
Fuera de sí, preguntó a los empleados por Zonia Lida Fernández Atavillos (28). Luego se dirigió a la caja y encontró a su pareja contando el dinero de las ventas de la madrugada. Le propuso reiniciar su relación, pero ella rechazó la posibilidad.
“Discutieron, él sacó su pistola y le disparó en la cara. Ella cayó al piso sangrando, luego el asesino saltó encima del mostrador, se arrodilló a su lado, le cogió la mano, dijo: ‘Perdóname por lo que hice’ y se disparó un balazo”, contó una testigo.
DE LA MANO
Agentes de la Divincri acudieron al lugar y recogieron una serie de evidencias, como el arma que estaba encima de los cuerpos cogidos de la mano.
“Hemos podido conocer que él constantemente la buscaba y le pedía para regresar. En una oportunidad escucharon que él le decía que quería ver crecer a su hijo que ya tenía 10 años”, explicó un detective.
De ella, se conoció que laboraba en ese local hace unos meses y él era vigilante. Tenían un hijo de 10 años, que quedó huérfano.